“La ignorancia es audaz y lo pretende todo. El que lee se da cuenta de su verdadero valor y no aspirará sino a lo que esté seguro de comprender y de poder desempeñar”.
Guillermo Andreve

domingo, 13 de septiembre de 2015

El poeta que se convirtió en bajareque

En la madrugada del 12 de septiembre de 2015 el poeta chiricano Dimas Lidio Pitty decidió transformarse en bajareque, en rocío, en lluvia, en niebla. Escogió una madrugada cuando los rayos del alba empiezan a tibiar los colores de las mañanas de Chiriquí. Dimas Lidio Pitty siempre nos decía que él era un poeta campesino; su poesía llevaba la frescura de los campos y la rebeldía de los días. Fue un hombre con un sensible sentido y noción de la patria porque la vivió de cerca y la extraño de lejos. Ahora se ha alejado de ella corporalmente, pero espiritualmente se queda para siempre en cada uno de sus poemas. Lo despedimos agradecidos por la ofrenda que nos deja en cada verso.

Para la Oficina del Plan Nacional de Lectura del Instituto Nacional de Cultura el viaje sin retorno del poeta nos llena de tristeza; una desolación que suele darse cada vez que un gran escritor sube a las alturas celestiales. Queremos compartir textos de escritores amigos de Dimas con motivo de su partida: Rafael Ruiloba, José Cordova, Luz Lescure (Panamá) y Renán Alcides Orellana (El Salvador). Además compartimos uno de los últimos poemas que escribió Dimas Lidio que, por la ternura del tema y sinceridad amorosa, pensamos que lo dedicó a su compañera, Esperanza. Es un poema profundamente humano y estéticamente perfecto que sintetiza el recorrido del amor en una vida.

El que lee se da cuenta siente la lamentable despedida del poeta y se solidariza fraternalmente con la familia en este duro momento.


Responso por Dimas Lidio Pitti
Por Rafael Ruiloba Caparroso.



Dimas Lidio Pitty nos estuvo preparando para la desproporcionada noticia de su muerte.  Borges escribió  que la muerte de un gran escritor plantea un problema metafísico ¿ Indagar  o profetizar qué parte queda de su obra? Dimas actúo en consecuencia. Dejó sus obras completas editadas, organizadas, y preparadas para resistir los avatares de su mortalidad. Hizo su testamento y dio instrucciones sobre el destino de sus restos mortales. En el prólogo  de sus poesías completas Huellas en el agua (2005) escribió que ordenaba sus asuntos terrenales “en previsión  de cualquier eventualidad” porque para él  su obra literaria justificaba  su vida. Porque “en su casa la muerte no puede contra la vida” dice en su primer libro de poemas, bautizado en la ciudad de Verona, esa legendaria cantina en Santa Ana,  y a pesar de su muerte física, su vida queda en su obra. Quedan las profecías del Futuro en su Estación de Navegantes, quedan los paisajes de su infancia en Los caballos estornudad bajo la lluvia, queda su lección de humanismo en su libro Lecturas para vivir. Queda su amor a Panamá “un pueblo diminuto con héroes más grandes que el olvido”. Quedan sus poemas de amor donde proclama que “la vida sin móviles de amor nunca florece". Queda su poesía como dice Pedro Rivera “reflexiva, solidaria, placentera, picara, rabiosa, escéptica, irónica, alegre, acusadora, moralista, pesimista, amarga, agnóstica y contestataria, es decir humana”.

Dimas Lidio Pitty
Dibujo
 de Raúl Vásquez  Sáez
De esa manera Dimas Lidio Pitty se le escapa a la muerte. Se le escapa  hacia la eternidad por medio de una  obra literaria, que se empezó a fraguar desde los 12 años cuando tras un largo viaje desde Chiriquí en un camión cargado de  verduras,  lo dejaban en la Biblioteca Nacional leyendo,  mientras sus parientes vendían sus productos en el Terraplen. En el poema Viaje a la ciudad  (1965)  recuerda su primer día en Panamá y los avatares del viaje. Dimas Lidio Pitty consideró que era un escritor con un pie en el campo y otro en la Ciudad, pero en realidad su espíritu estaba enraizado en el terruño. En la humildad apacible de la vida campesina, donde la soledad era inaudible y la solidaridad,  la sustancia del tiempo.                      

En 1971 en el exilio escribió que esos eran los lugares donde los sueños le siguen esperando.  En su primer libro  hay un árbol centenario de 400 años, y una quebrada omnipresente. No obstante en todos sus poemas posteriores siempre aparece un verso que alude a un  sendero entre robles, o un árbol. Ahora es verano en la patria y quisiera estar allá sentado en un árbol antiguo En el poema Recuerdos de la quebrada, dice que su abuela lavó paciente su infancia descolorida. Y es a esa quebrada donde Dimas regresa después de su muerte, porque es en sus aguas donde pidió que esparcieran sus cenizas.    


***

Un soneto del poeta José Cordova, poeta panameño dedicado a Dimas L. P.

El vate DIMAS  vive en Potrerillos
y su estirpe es la noble de Anacreonte.
Como un tigre vigila el horizonte
y sus versos de piedra son colmillos

de exilios y de patria y hay cuchillos
de muerte y desventura por el monte,
que acechan la grandeza del arconte
en su tierra de rayos amarillos.

Cada día el volcán en movimiento
purifica su sangre de labriego,
que combina cenizas, lava y fuego

con amor a la vida, y en su acento
las vivencias conviven con lecturas,
en las voces precisas y más pura.

En poemas rescatados ed. Centenario  2010. 
Del texto inédito sonetos como homenajes 2008.


***


In Memorian: Dimas Lidio Pitty poeta y narrador chiricano
Renán Alcides Orellana

Escritor y poeta salvadoreño

El pasado sábado, 12 de septiembre, falleció en Panamá el poeta, escritor y periodista Dimas Lidio Pitty. Prolijo autor de novela, poesía, cuento y muchos trabajos periodísticos, había nacido en Potrerillos, provincia de Chiriquí, Panamá, en 1941. Desde 1974 obtuvo varias veces primeros lugares en poesía y cuento, en el Certamen Nacional de Literatura “Ricardo Miró”, con obras tales como “Estación de navegantes”, “Crónica Prohibida”  y “Los caballos estornudan en la lluvia”, obras que en su oportunidad obtuve del poeta, con especial dedicatoria.

    Conocí al poeta Dimas Lidio en el diario “La Prensa” de Panamá, en noviembre de 1980. Eran los inicios de mi exilio, en el marco de la guerra civil de El Salvador 1980-1992, cuando la inseguridad integral de muchos salvadoreños, y la mía no fue la excepción, había llegado  a límites casi fatales. El destierro se hizo inevitable. La amenaza por mi condición de periodista, cayó sobre mi hogar con ribetes de connotación política. Hacerlo era imperativo de urgencia. Y emigré…

El poeta Dimas Lidio Pitty (izquierda) con 
Renán Alcides Orellana, en intercambio de libros, San Salvador, 1996. 

     Un día, se dio mi regreso al país, pero la amistad siguió fraterna y solidaria.  Era un nexo irrompible de frecuente evidencia. Regresé a Panamá en 2006, como Jurado Internacional, Rama Cuento, del Certamen Nacional de Literatura “Ricardo Miró”, por razones de tiempo muy poco compartimos.

En febrero de 1996, Dimas Lidio llegó a San Salvador para participar en el “Cuarto Congreso Internacional de Literatura Centroamericana”, patrocinado por la Universidad Tecnológica de El Salvador, de cuyo comité organizador yo formaba parte. Fue un evento de mucha calidad literaria, con participación de más de 50 escritores, poetas y críticos de la literatura latinoamericana, norteamericana y europea.

   Dimas Lidio Pitty y Ramón Oviero, otro poeta panameño que conocí en La Prensa, participaron en el Congreso. Ambos estuvieron en nuestra casa, almorzamos y tuvieron la oportunidad de degustar un plato típico salvadoreño, seleccionado por Leticia. Fue la mejor prueba de una gran amistad. La misma prueba de amistad con la que el poeta nos correspondió a Leticia y a mí, y a otros escritores del continente que participamos en el Primer Encuentro de Intelectuales de Nuestra América, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de Chiriquí (UNACHI), en septiembre de 2011. Dimas Lidio y su esposa Esperanza, fueron anfitriones especiales en su residencia de su natal Potrerillos.  

   Como ocurre casi siempre, las ausencias y las distancias aparentan olvidos, aunque no lo sean. Entre el poeta Pitty y yo había mediado esa situación de involuntario silencio. Uno de los dos habría de romperlo. Un domingo, al entreabrir las páginas del suplemento Hablemos de El Diario de Hoy, edición del 29 de septiembre de 2002, el responsable de la sección Buzón, transcribía un breve texto dirigido a él, procedente de Panamá:

   “Busco a Renán. Estimado amigo, aunque no lo conozco, creo que somos amigos, pues habla usted de un libro de Renán Alcides Orellana, que es mi amigo y, como dicen por ahí, “los amigos de mi amigo son mis amigos”. Aprovecho la oportunidad para molestarlo pidiéndole que me ponga en contacto con el poeta Renán. Hace tiempo no tengo noticias de él y me interesa mucho restablecer la comunicación. Puede usted darle la dirección de e-mail…, a ver si se anima a escribir unas líneas. Reciba un saludo cordial desde Panamá. Dimas L. Pitty”. Demás está decir que me animé, y la comunicación se restableció.

   Tiempo después, Dimas Lidio me envió la más valiosa colección literaria que se puede apreciar de un amigo y hermano en la poesía. Vía Embajada de Panamá en El Salvador, en dos tomos me llegó la obra completa de los 50 años de vida literaria de Pitty “Huellas en el agua-Poesía 1965-2005 Tomos I y II, editada en Colombia, en junio de 2005, con exquisitez y nitidez absolutas. Y otra sorpresa, en el Tomo I página 323, leo con asombro el poema “Los exiliados”, con la siguiente dedicatoria, muy personal: “A Renán Alcides Orellana, poeta y amigo de El Salvador, que entiende de estas cosas”. Esa fue  gran expresión de afecto del amigo fraterno en la poesía, Dimas Lidio Pitty. Razón suficiente para que, aunque pasen los años, las distancias y las ausencias entre Panamá y El Salvador, nunca más.

   El tiempo pasaba girando entre sucesos en el campo literario de nuestros países. En lo posible, manteníamos el intercambio de nuestra producción y de nuestra opinión sobre el quehacer del mundo. Un día de 2011, desde su natal Potrerillos, provincia de Chiriquí, en Panamá, recibí llamada telefónica del poeta Pitty,

   -Te llegará una invitación. Se trata de un evento internacional de escritores. La invitación te ampliará los detalles. Espero que puedas asistir… -me anticipó el poeta quien, a pesar de estar un tanto retirado, mantiene constante relación con la Universidad Nacional Autónoma de Chiriquí (UNACHI), con sede en David, capital de la provincia de Chiriquí.

   Tal como me lo había anunciado el poeta, la invitación me llegó días después. Se me invitaba a participar como conferencista en el “Primer Encuentro de Intelectuales de Nuestra América”, de la UNACHI, del  5 al 9 de septiembre de 2011. Esta vez la temática general era “Desafíos de la Universidad: Humanismo, Ciencia y Sociedad”, para que los expositores deriváramos un tema particular. Para mi conferencia, yo escogí el tema: “Humanismo: urgencia de nuestro tiempo”. Con reflexiones filosóficas, dicté mi conferencia. Dimas Lidio me comentó su satisfacción, que posteriormente hizo pública. Luego, con otros escritores mexicanos, también  amigos de Pitty, compartimos alegres ratos en su bella casa de Potrerillos. Lejos de nosotros pensar que serían nuestras últimas jornadas de amistad y literatura, con el poeta.

   Al dejar Panamá de nuevo, no pude menos que pensar en lo valioso de una amistad como la contraída, en 1980, con los poetas Pitty y Oviero. Ahora, Dimas Lidio Pitty es un recuerdo, sólido e imperecedero, para la literatura panameña, su familia, sus amigos y sus incontables hermanos en la poesía. (RAO).

Fuente:Tragaluz


***



Al poeta Dimas Lidio Pitti:

No tiene que llover todo el día para que tengamos húmedos el corazón y los recuerdos", hermano poeta, amigo, coterráneo. Hace meses que no sabía de ti, de tu vida, de tu salud. Y hoy me entero de tu muerte estando lejos, muy lejos de nuestra querida patria chica, pero mi corazón está muy cerca del tuyo, de tu poesía, de los días de lluvia y sol, de nuestro llano, de nuestros cerros azules, de la neblina que encanece, en las tardes lluviosas, el Volcán Barú.

Decir que las letras panameñas están de luto, es cierto, pero poco. Creo que este duelo es mayor y es otra cosa. La muerte de un gran poeta como lo fue Dimas Lidio no se lleva con un lazo negro, ni con lágrimas en los ojos. Este dolor profundo se viste de color champagne para celebrar una vida bien vivida. Una vida que se queda entre nosotros a través de hermosos poemas, de bellos libros, de sentimientos de juventud, de lucha y amor.

Un amor por la libertad y la vida que ni el exilio, ni la cárcel, ni la infamia, pudieron jamás doblegar. Un amor que ni la muerte se atreve a callar. Y para eso estamos sus hermanos poetas, para levantar la palabra y gritar, como lo hubiera hecho él, por la paz, por la justicia, por la esperanza.
De él podemos decir, usando sus propias palabras poéticas: que 

"tras de si dejó algo
que crece con los días
que acabará explotando
 en luz"
Poeta querido, donde esté tu gran energía creadora, recuerda que "Debajo de la tristeza aún la sangre enciende la oscuridad"
Te queremos maestro,
Luz Lescure (Guarichita)

Estocolmo, 12 de septiembre, 2015




***

El siguiente poema fue uno de los últimos textos que escribió el poeta.

SIN NOMBRE, SIN ROSTRO

De ti, mi amada,
la sin rostro,
guardo recuerdos y deseos,
ensueños y glorias
que otros no han visto
ni verán.
En realidad, no tienes cara
ni nombre
ni años,
sino ojos, cabello, labios, senos, manos, ombligo, vulva, muslos,
nalgas, espalda,
donde terminan los días y los sueños.
Aquí, en lo alto de Loma Verde,
bajo el aguacate añoso,
junto al Río de la Cruz,
en Cabecera de Cochea, Panamá,
te he sentido mía.
Y también en el Cerro de Santa Lucía, de Santiago,
en Chile.
Y en el agua y en la arena de Copacabana
y en la habitación del hotelito próximo a la Quinta de Buena Vista,
al comienzo del otoño, en Río de Janeiro.
Y en el aire y la memoria de los dioses de Teotihuacán, en México.
Y en los paseos y embelesos bajo el cielo del malecón, en La Habana.
Y todo tu encanto ha estado conmigo
en las calles empedradas con cantos y siglos, en Santana y San Felipe,
los barrios coloniales de Ciudad de Panamá.
Nunca he dado un paso
ni tenido un sueño
ni un deseo
ni una tristeza, ni un dolor o un disgusto,
sin ti.
Sentir tu piel, tus manos, tu boca,
es tener la vida,
estar en ella,
ser parte de su esencia mágica.
Por eso a ti,
mujer única,
genérica,
todo hombre bien nacido te debe
atenciones,
gratitud
y pleitesía.
Y, cuando eres madre y templo,
la vida y el futuro.
Eso has sido,
eso eres
y eso serás para mí,
hembra,
mujer,
compañera,
diosa mía,
sin nombre,
sin rostro,
sin edad,
pero siempre esencia, fuente y símbolo de amor.

Dimas Lidio Pitty
Potrerillos, 5 de septiembre de 2015.


Dimas Lidio Pitty
Foto: La Estrella de Panamá
Nacido en Potrerillos, Chiriquí en 1941, Dimas Lidio Pitty realizó estudios universitarios en Chile y en Panamá. Fue miembro de número de la Academia panameña de la Lengua y correspondiente de la Real Academia Española, también fue profesor en la Universidad Nacional Autónoma de Chiriquí y director de extensión cultural de la Universidad de Panamá. Fue el primer jefe de redacción del Diario La Prensa y posteriormente tuvo una columna en El Siglo, Agenda abierta, que recibió el Premio Anual de Prensa Escrita en Panamá. Fue además redactor, crítico de cine, editorialista, corresponsal extranjero y director de periódicos y revistas en varios países. De 2001 a 2003 fue presidente del Consejo Nacional de Escritores.

Su obra literararia fue traducida al inglés, francés, alemán, holandés, húngaro, checo, polaco y lituano. En Panamá, ganó el Concurso Nacional de Literatura "Ricardo Miró" en varias ocasiones, en las categorías de cuento, novela y poesía.

Fue autor de los poemarios Copias sobre una esperanza (Editorial Mariano Arosemena, Panamá, 1992); Relicario de cojos y bergantes (Ediciones de El Unicornio, México, 1991); Rumor de multitud (Editorial Mariano Arosemena, Panamá, 1986); Décimas chiricanas (Círculo Lingüístico "Ricardo J. Alfaro", Panamá, 1983); Crónica prohibida (Ediciones INAC, Panamá, 1979); Soneto desnudos (30 ejemplares en serigrafía, numerados, con grabados de Guillermo Trujillo, Panamá, 1979); Memorías del silencio (Siglo = Editores, México, 1971);El país azul (Editorial Lemania, Panamá, 1969); Camino de las cosas(Ediciones Istmo, Panamá, 1965).

Mientras que en narrativa, publicó las colecciones de cuentos El olor de la montaña (Editorial Universidad Estatal a Distancia, San José, Costa Rica, 2010); La puerta falsa (Panamá, 2010); Recuentos (en colaboración con Pedro Rivera. Ediciones Formato Dieciseis, Panamá, 1988); Los caballos estornudan en la lluvia (Ediciones INAC, Panamá, 1979); El centro de la noche (EDUCA, San José, Costa Rica, 1976); y las novelas: Una vida es una vida (Agenda del Centenario, Universidad de Panamá, 2002); y Estación de navegantes (Ediciones INAC, Panamá, 1975).

Fue el autor también de Letra viva (aproximación a la literatura panameña mediante encuesta a veintinueve autores. Ediciones Forinato Dieciseis, Panamá, 1986); Realidades y fantasmas en América Latina (conversaciones con destacados escritores latinoamericanos. Instituto Nacional de Bellas Artes, México, 1976); y el editor de la antología Lecturas para vivir (INAC, Panamá, 2001). 

El poeta de Potrerillos nos dejó en la madrugada del 12 de septiembre de 2015, en David, Chiriquí.


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