“La ignorancia es audaz y lo pretende todo. El que lee se da cuenta de su verdadero valor y no aspirará sino a lo que esté seguro de comprender y de poder desempeñar”.
Guillermo Andreve

sábado, 15 de septiembre de 2012

Hacer visible lo invisible

Nota editorial: El siguiente artículo es la opinión expresa del autor y de ninguna manera representa la opinión del Instituto Nacional de Cultura de Panamá.


Hacer visible lo invisible
(a propósito del Festicrec)
Por: Carlos Fong

“Muchas veces la lectura de un libro ha definido el destino del lector, ha decidido su camino en la vida”
Ralph Waldo Emerson

Emerson decía que la lectura tenía sus límites y peligros. Acuñó los conceptos de lectura creativa y escritura creativa. Aconsejaba que el estudiante debiera leer activamente y no de manera pasiva. El concepto de lectura activa no es leer apasionadamente, es saber qué dejar fuera de la mente y qué conservar. Y he aquí un consejo vital del poeta: considera tu vida como un texto, y los libros como un comentario. La buena lectura es algo tan íntimo como una ofrenda al espíritu, un hechizo, una forma personal de embriagarse. He pensado mucho en estas ideas de Emerson. Tengo una conclusión: la escritura creativa tiene lugar cuando la lectura creativa da a su vez lugar a una imagen del mundo que se puede narrar.

Muchas veces se habla del concepto de "niño escritor". Esto se ha incrementado con la creación de concursos literarios para niños y jóvenes.  Pero, ¿qué es ser escritor? ¿Alguien que escribe algo y lo publica?  ¿Cuándo el acto de escribir se convierte en un acto creativo? ¿Cuándo es un trabajo o un oficio (por ejemplo, un periodista será un escritor)? Si cada vida es un texto, significa que todos llevamos un libro dentro. Entonces, ¿Estamos llamados todos a ser escritores? Redactar una anécdota o una experiencia,  incluso mi historia o ganarme un concurso de redacción: ¿Me hace ser escritor?

 Volvamos al concepto de “niño escritor”.  Primero lo bueno: cuando le publicamos (en cualquier formato) a un niño o joven un texto, le ayudamos a fortalecer su autoestima y crearle un sentido de bienestar porque está expresando sus sentimientos y su idea del mundo;  eso es reconfortante. Ahora lo malo: cometemos un error al darle el título de escritor, porque sencillamente, no lo es. El escritor cubano Joel-Franz Rosell, que estuvo en Panamá para la Feria del Libro, ha dicho: ser escritor está reservado a quien posee un talento natural y lo desarrolla trabajando duramente. Incluso no se es escritor al salir victorioso de un concurso de redacción, por muy creativo que haya sido el resultado.

Es un tema complejo, pero no demasiado si hacemos la reflexión partiendo de una realidad particular: La lectura es una práctica sociocultural que ayuda a construir sentidos y apropiarse de una manera personal de un concepto de la realidad; la escritura creativa, por otro lado, es una práctica donde las ideas de esa realidad tienen lugar a través de imágenes que han sido forjadas rigurosamente para darle sentido a esa realidad. Para poder escribir un cuento, por ejemplo, hay que tener un criterio estético, una imagen clara; una prehistoria de saberes y conocimientos; incluso una gramática de la anatómica de esa estructura a la que llamamos cuento, de lo contrario no ha nacido un cuento, por muy bonito y estremecedor que sea lo que hayamos escrito.

Ralph Waldo Emerson pensó mucho en esto y concluyó en que primero leemos y después escribimos. Por otra parte, el antropólogo Jesús Martín Barbero, a propósito de la idea de una sociedad de saberes compartidos y del concepto de una educación expansiva, ha dicho que "la posibilidad del ejercicio de la ciudadanía pasa por gente que aprende a contar (léase aquí: escribir) su propia historia”. No obstante, esta aserción no riñe con Emerson, porque no se está afirmando que no se puede contar una historia sin haber leído muchos libros primero (una persona analfabeta puede contar (narrar) su historia personal); lo que estamos argumentando es que cualquiera no puede ser un escritor, porque existe un proceso de formación y disciplina, aunado a ese “talento natural”,  que la mayoría de las veces toma años.

Toda esta lírica ha sido necesaria para dejar clara mi postura ante una de estas iniciativas institucionales: el Festicrec: Festival de Creación de Cuentos organizado por el Ministerio de Educación. Lo primero que necesito puntualizar es que no estoy atacando la propuesta (los organizadores han dicho públicamente que aceptan sugerencias), y hacia allá van mis palabras. El Festicrec es una oferta atractiva con un sentido que busca promover la lectura y la creatividad en los chicos. Desde este enfoque es sin duda muy saludable para los niños que hoy día comparten nuevas formas de lectura y códigos de comunicación. Además, es un laboratorio que ha demostrado que los chicos tienen muchas cosas que decir.

¿Dónde radica el problema desde mi punto de vista? En realidad no está en el mismo certamen, sino en otra parte, pero me acercaré allí con una pregunta: ¿Qué se quiere hacer visible con el Festicrec? En la inauguración de la Feria Internacional del Libro la señora Ministra de Educación dijo que la recepción de trabajos llegaba a medio millón de cuentos; 90 de ellos serán editados en una antología para que los jóvenes puedan leerse a sí mismos.  A simple vista parece muy loable la idea y muy atractiva para los jóvenes, de hecho, lo es. Pero las autoridades del Meduca, a mi manera de ver el asunto, se están precipitando demasiado rápido en invertir muchos recursos para “hacer visible” al país algo que parece muy positivo, y de hecho lo puede ser, pero que al mismo tiempo, como un extraño conjuro, intenta “hacer invisible” una realidad triste que sí existe.

Voy a decir lo que sí existe en Panamá: existe un vacío y una gran necesidad en las bibliotecas escolares, municipales y públicas, en las aulas de clase, en los hogares de nuestras familias, incluso en las cárceles, hospitales, parvularios, hogares especiales de ayuda y otros espacios donde hay jóvenes: no existe acervo literario. No hay libros.  Vivimos en un país donde existen muchas localidades donde hay más de una veintena de cantinas y bodegas, y no hay una sola biblioteca. Y las pocas bibliotecas que existen son depósito donde las trabajadoras manuales guardan sus escobas y donde aún envían a los niños a purgar sus travesuras; el mini-infierno.


En Darién una mujer se pasea con una carretilla con un racimo de libros de cuentos para sentarse debajo de un árbol de mango a leerle a los niños, porque no hay una biblioteca; las promotoras de lectura de la biblioteca pública de Penonomé se inventaron ir al mercado con una carretilla de supermercado colmada en libros, para que el pueblo recuerde que existe una biblioteca; en toda la Nación sólo existen dos bibliobuses que aún ruedan y se introducen en los lugares más inauditos de este santo país, donde los políticos sólo llegan cuando buscan un voto. Tal vez lo único positivo de esta ausencia de acervo literario es que las bibliotecarias reales (algunas bibliotecas son nichos políticos) que creen en la lectura, encienden su imaginación creativa para hacer visible su santuario.

Creo que sería “más visible” que Meduca se empeñara en destinar recursos con el mismo entusiasmo para reditar los títulos de los auténticos escritores panameños olvidados  o comprar literatura infantil y juvenil actual, sin tabúes, necesaria para estimular la imaginación inteligente de los niños y jóvenes;  que los ayudará a decidir su camino en la vida. No estoy sugiriendo que los 90 cuentos elegidos por el jurado no sean publicados, estoy casi rogando “hacer visible”, en esta ciudad de furia y silencio, nuestras bibliotecas, los equipamientos culturales más importantes que cuidan nuestra historia, nuestra memoria escrita, y donde debería la familia construir diariamente significados.

Estoy literalmente suplicando, de una vez por todas, a todas las autoridades que con el mismo entusiasmo destinen los recursos para que la biblioteca escolar, comunitaria, municipal sean visibles como el espacio poético de encuentro con el imaginario y los saberes que realmente construyan ciudadanía, democracia y política (hablo de la política como el lugar donde dialogamos con el prójimo para tomar decisiones). Hacer visible ese lugar mágico que, entre el ruido y la violencia del barrio, puede ser el lugar para descubrir un destino mejor. Hacer visible esa biblioteca rural que cuelga débilmente de las faldas de ese cerro. ¿Qué precio tiene admitir nuestra problemática real y comprometerse a trabajar con un plan de lectura agresivo que cambie la realidad? Lo he dicho en otros artículos: somos un pueblo apasionado y la pasión, no sólo es efímera y transitoria; tiene doble filo.


A los chicos y docentes que participaron en el Festicrec los felicito de verdad, porque vi en la Feria del Libro ese espíritu creativo gigante. El laberinto de textos colgantes fue una idea motivadora. ¿Cómo los vamos a premiar ahora? ¿Haciendo miles y miles de ejemplares de un solo libro para que crean que son escritores? Está bien. Pero con el tiempo, ese chico de esa comunidad tal, mientras camina solitario por los caminos del olvido, como el Rafael de El Ahogado de Tristán Solarte, llevando un libro donde está su “cuento”, felizmente lo irá a leer muchas veces debajo de un árbol de mango o en la esquina de una alcantarilla, y cuando la felicidad se termine, como todas las cosas buenas en la vida, y la realidad castigue, las cantinas y bodegas abrirán sus brazos y lo estarán esperando.

El autor es escritor y coordinador del Plan Nacional de Lectura en el INAC.


2 comentarios:

  1. 500,000 textos, significa que más de la mitad de los 800,000 estudiantes de este país participaron con un texto! de allí no se puede esperar calidad ni disciplina ni práctica. Estímulo sí, pero ese estímulo debe ser a nivel de escuela constante, no por participar de un concurso a nivel nacional...Habría que enseñar que un texto de concurso sale después de tallerear mucho y varios años en la escuela... Levantar la autoestima no debería ser bajar el concepto sobre la seriedad de los oficios.
    ¿Seguirán escribiendo de manera creativa para mejorar la forma en que podrán contar su historia más allá de llegar a ser escritores o no?
    Para estimular la capacidad de escribir DEBE empezarse por estimular la capacidad de leer y abrir muchas puertas y ventanas para formar la estética y la gramática de contar, de analizar, de compartir... BIBLIOTECAS BIBLIOTECAS BIBLIOTECAS... de hecho hubo un gran esfuerzo en el pasado del que poco podrán decir que queda en las escuelas...

    Lamentablemente MEDUCA parece tomar muy en serio la forma publicitaria de entender el mundo... mostrar mostrar mostrar y vender lo que hace, más que para hacer bien lo que vende...

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  2. Se corre el riesgo de hacer un gran daño a los niños. Ojo.

    Vale la pena reflexionar y crear lectores, ante todo.

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